Càrrecs de confiança (opinions als diaris)

Los cargos de confianza

JUAN JESÚS RODERO. Uno de los usos y abusos que más se han prodigado y deteriorado dentro de la democracia española es el de los llamados cargos de confianza, puestos de trabajo en las instituciones nombrados a dedo por los grupos políticos, en especial por los que tocan poder, pero sin que se encuentren excepciones. A la hora de repartirse los puestos de designación directa, como también se les denomina, no suele haber problemas en ayuntamientos, diputaciones y demás, como no les hay tampoco a la hora de ponerse ellos mismos sus sueldos, dietas y otros emolumentos.
Corporaciones e instituciones en general gobernadas por unos o por otros aparecen plagados de consejeros, asesores, técnicos y auxiliares al servicio exclusivo de aquellos que les eligen y nombran. Es lo mismo que se trate del Gobierno de la nación, de los gobiernillos regionales o de los equipos de gobierno locales. Cada cual barre para su casa y para los suyos. Sería imposible, al menos en una democracia tan poco transparente como ésta, saber cuántos cargos de confianza están al servicio de La Moncloa. En Castilla y León, se ha comentado y nadie ha desmentido que los puestos de designación directa de Herrera y los suyos andan por el centenar. Aquí mismo, en Zamora, parece que en la Diputación no hay menos de una quincena, ocho de los cuales son para el PP y el resto para la oposición: PSOE, IU y Adeiza. Otro tanto, como se sabe, ocurre en el Ayuntamiento de la capital. Y todo ello, ateniéndose sólo al personal elegido a dedo por la presidencia y los demás grupos integrantes, sin contar los muchos contratados a lo largo del tiempo por la puerta de atrás, algo en lo que PP y PSOE se han llevado siempre la palma.
Ante lo cual, la ciudadanía, que asiste estupefacta e indignada a este estado de cosas, se pregunta para qué están entonces los funcionarios. Antaño, alcaldes y gobernadores civiles y presidentes de Diputación, tenían apenas una secretaria o secretario y un auxiliar administrativo a su servicio, elegidos entre el personal de la casa, naturalmente, y les bastaba para cumplir su misión, muchas veces incluso más brillantemente que en la actualidad. Lo de la austeridad, pese a la acarreada congelación de sueldos de altos cargos, parece que no les afecta. Ahí tienen al presidente Herrera que se va a Brasil con un séquito de un centenar largo de personas y luego a Cuba, mientras los castellano-leoneses pagan tales derroches. Por eso hay que tachar de ejemplar al nuevo alcalde de Estepona, un socialista que no parece dispuesto a seguir algunos pasos de los suyos y que ha centrado su política en la contención del gasto público, destituyendo como primera medida a 25 cargos de confianza que tenía el anterior mandatario municipal, también del PSOE e imputado por presunta corrupción urbanística. Valiente el hombre, porque entre los que ha echado estaba la hija del presidente del Senado. Algunos dicen que esto del dedo sirve para disminuir el paro, pero en todo caso es algo tremendamente injusto e insolidario porque ya se sabe que únicamente los que tienen padrinos se bautizan.

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